Epílogo. EYEVNIA.
Eyevnia juega en el jardín que hay delante del porche de casa. Han venido amiguitos del colegio a celebrar su cumpleaños. Cumple siete años. Está muy contenta. Juega rodeada de críos, hologramas, regalos y un par de androides de servicio. También corretea entre ellos su mascota Dardo, un estilizado y juguetón tigón de la empresa Star Hybrid Culture. Ante los ojos de un adulto, la escena puede parecer un poco caótica pero los niños se mueven con soltura en medio del barullo y dirigen con seguridad a los androides, reprimiéndoles severamente si no cumplen con prontitud sus órdenes. El único que parece un poco descolocado es el tigón. El pobre animal no sabe muy bien dónde situarse o qué se espera de él en cada momento, pero no desfallece: participa en la algarabía general con sus mejores saltos y gruñidos. Los niños, arrebatados por la emoción del juego y concentrados en su lógica, no le prestan demasiada atención. En cualquier caso, no importa: de vez en cuando Eyevnia le acaricia la